Fases del diseño de interiores | ¿Cómo plantearlo?
Definir las fases de nuestro proyecto de diseño de interiores es una de las primeras tareas que debemos llevar a cabo.
Definir las fases de nuestro proyecto de diseño de interiores es una de las primeras tareas que debemos llevar a cabo. Es importante asociar una fecha a cada una de estas fases, para saber si nuestro proyecto está bien encaminado cuando realicemos el seguimiento: si una fase se alarga más de la cuenta, podremos detectarlo en el acto, realizar un análisis global para averiguar qué ha provocado el retraso, y darle una solución.
Pero ¿cuáles son estas fases? Para dominarlas como lo hacen los diseñadores de interiores es necesario formarse de manera específica. Un Máster en Diseño de Interiores te permitirá conocer cada una de estas fases en profundidad y aplicarlas en un proyecto.
Primera fase: toma de datos
Cuando nos encontramos ante un determinado espacio, por ejemplo, una vivienda o proyecto de vivienda, lo primero que debemos hacer es recopilar toda la información posible sobre el proyecto. La primera fase conlleva un análisis para realizar una toma de datos. En ella también se lleva a cabo la toma de contacto con el cliente, quien se encargará de dar todos los detalles posibles sobre lo que espera conseguir. También planteará sus necesidades con respecto a interiorismo.
Si el cliente no conoce tu trabajo, también puedes aprovechar para enseñarle un portfolio con planos de algunos de tus trabajos previos. Así, si no tiene muy claro qué resultados quiere, también puede coger ideas de alguno de tus trabajos. Por eso, crear un portfolio con tus proyectos a medida que los vayas terminando te generará una herramienta de trabajo bastante útil para el futuro.
Toda la información que intercambies con el cliente es crucial. Por lo tanto, hay que tener mucho cuidado a la hora de anotar todos los detalles. También hay que visitar el lugar que hay que redecorar y comprobar con cuidado sus características: dimensiones, orientación, cantidad de luz que recibe, etc. En la medida de lo posible, también hay que estudiar el entorno del espacio a reformar, para escoger los materiales que se adapten mejor, y el proceso que permita operar en el terreno de forma óptima. Esto nos permitirá definir cada una de las etapas con mayor precisión, teniendo en cuenta factores a favor y en contra que puedan influir en nuestro diseño.
Segunda fase: crear el concepto
Ya con todos los datos en tu poder, es hora de crear el concepto. Es decir, definir la idea que, a estas alturas, ya es probable que tengas en mente para el proyecto de interiorismo. Esta es la parte en la que se da forma a todo el proyecto, y es en la que se desarrolla una primera propuesta para consensuar con el cliente.
Todavía no es algo concreto, sino más bien una idea general de cómo quedará. Sí que tendrá ya las líneas generales del diseño, y para su elaboración se podrán utilizar referencias de otros proyectos, que tendrás en tu portfolio de proyectos previos. Es importante que el concepto tenga ya presente lo que se quiere transmitir con el diseño final, así como otros elementos. Entre ellos, los colores que se utilizarán en el proyecto, algunas texturas, etc. También es el punto en el que se elaboran los primeros planos o esbozos, aunque todavía poco detallados y generalmente dibujados a mano.
Tercera de las fases del diseño de interiores: el anteproyecto
Una vez que el cliente ha revisado toda la documentación creada durante la fase de generación del concepto del diseño, y le haya dado su visto bueno, podemos entrar en la fase del anteproyecto.
Ya con todo claro, en esta tercera fase del diseño de interiores es cuando puedes empezar a trabajar sobre plano. En este punto hay que desarrollar los planos de distribución del espacio o vivienda a redecorar, con todo tipo de elementos técnicos. En estos planos quedarán representados con el máximo detalle las secciones, plantas, etc. Si se trata de un proyecto de cierto nivel, incluso se pueden diseñar perspectivas tridimensionales.
Además, a los planos se añadirá todo el detalle posible sobre los materiales y otros elementos que se vayan a utilizar en el diseño, sin olvidarse de las texturas con las que se trabajará. De esta manera, en esta etapa, de las más cruciales de las fases del diseño de interiores, el cliente se puede hacer una idea bastante aproximada de cómo quedará el espacio a cambiar tras la remodelación.
El presupuesto y el proyecto de ejecución
Una vez que el cliente ha aceptado el anteproyecto, es la hora de pedir presupuestos a las diferentes empresas con las que vayamos a contar. Si es el caso, conviene revisar con el cliente los presupuestos para facilitar la selección. En ocasiones, el diseñador ya trabaja con una o varias empresas y se encargará de pedir los presupuestos él mismo.
Con el presupuesto aceptado, se trabaja en el proyecto de ejecución, una de las últimas fases del diseño de interiores. En este punto, los planos que se dibujan cuentan ya con todos los detalles. También contarán con anotaciones, de manera que sean la base y elemento de consulta para quienes vayan a intervenir en la obra. En ellos estarán todos los detalles a consultar, por lo que siempre deben estar a mano mientras duren los trabajos.
En este punto ya solamente queda una de las fases del diseño de interiores: la ejecución del proyecto. Es decir, la realización de la obra de adecuación del espacio para después abordar las fases de decoración y amueblado. En esta fase, además de consultar los planos siempre que sea necesario, hay que tener previsto un calendario para la ejecución de los diferentes plazos de la obra de manera controlada.
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