Un hotel creado con el color en la ciudad de la luz
Ambientes envolventes y la sensación de estar en casa.
51 habitaciones, ubicadas en un edificio Hausmann, cada una de ellas con carácter propio y un jardín invernadero para disfrutar de una primavera que no acaba de llegar. Verde, azul y gris son las tres tonalidades saturadas que definen un estilo elegante, acogedor en el interior de las habitaciones; contrastan los baños de inspiración neoyorquina dónde predomina el blanco matizado por elementos metálicos negros.
La historia que querían contar es la de un hogar, por eso diseñaron los espacios comunes: la entrada, el salón, el comedor y el jardín invernadero, buscando que la gente se sintiera tan a gusto que bajará en pijama; incluso que pudiera pasearse hasta la cocina o compartir una tarde de jazz. Buscan la domesticidad del hogar recreada en un hotel.
Suelos con parqué en espina de pez, un patrón que se mimetiza en la disposición de las baldosas de en los baños. En la sala comedor una pieza icónica cómo la mesa Quaderna diseñada por el grupo Superstudio en 1970 contrasta con las paredes en un azul índigo. En las habitaciones mezcla de mobiliario hecho a medida, con piezas rescatadas del “marché aux puces” y acabados en latón para las lámparas; cada detalle se ha cuidado al milímetro para crear la sensación de que ese espacio siempre fue así comentan Pauline de Hoop y Delphine Sauvaget creadoras de estos interiores acogedores.
Aquellos que tengan la suerte de alojarse en el hotel sean extranjeros o parisinos que busquen dormir en cama ajena, disfrutaran de un ambiente rico en colores y texturas.
Fotografía Hervé Goluza