El feminismo 4.0 (NO) es una moda
Desde 2017 vivimos la cuarta ola de la revolución feminista, también conocido como feminismo 4.0, el cual prendió a partir del movimiento #metoo, surgido con motivo de la denuncia mediante las redes sociales de miles de mujeres que habían sido acosadas en algún momento de su vida personal o profesional.
La moda, como sector muy conectado con la sociedad y sus cambios, se hará partícipe de esta nueva forma de entender lo femenino, aunque no siempre, digámoslo claro y alto estará de nuestro lado, aunque el 80% de las trabajadoras seamos mujeres.
En este post, con motivo del 8M, vamos a hacer un repaso de las claves del feminismo en la actualidad, y su relación con la moda, sin olvidar a sus pioneras, y a distintas formas de reivindicar nuestra igualdad en derechos y oportunidades, a la vez que nos negamos a la cosificación y mercantilización de nuestros cuerpos.
SOMOS UN COLOR: EL LILA
Desde los inicios del movimiento sufragista, a finales del S.XIX, con Emmeline Pankurst, como cabeza visible del movimiento, se erigió el color lila o violeta, como color representativo de las reivindicaciones de las mujeres. Según esta líder: “El violeta, color de los soberanos simboliza la sangre real que corre por las venas de cada luchadora por el derecho al voto, simboliza su consciencia de la libertad y la dignidad”. El color lila teñirá los estandartes de las sufragistas, también las de las activistas pro-raciales, y será el color que inundará camisetas y definirá el logo del movimiento: El símbolo de Venus, que identificará a las mujeres. Dicho símbolo se ha convertido en puño, a imagen y semejanza de los imagotipos de lucha obrera.
En 2018, año siguiente del inicio de la tercera ola del feminismo, PANTONE eligió el COLOR ULTRA VIOLET como el color del año. La moda se tiñó de lila, más allá de las reivindicaciones.
FEMINISMO, MÁS ALLÁ DE UNA CAMISETA
En 1976, la fotógrafa Liza Cowan inmortalizó unas camisetas que habían realizado en la librería para mujeres Libyris books de Nueva York, con la frase THE FUTURE IS FEMALE. Dicha frase y el contexto (gráfica estampada en prendas sencillas) se convertirán en un emblema para el movimiento feminista , que la moda, desde Maria Grazia Chiuri para DIOR con su famosa camiseta de 2017 WE SHOULD ALL BE FEMINISTS, frase extraída de un libro de la escritora nigerana Chimamanda Ngozi Adichie, hasta nuevas marcas como la española NUDE PROJECT (Pretty girls like trap music), la mejicana SOLITA (Bonita pero nunca calladita), o la norteamericana THE OUTRAGE (It’s may body, it’s may choise) han convertido en objetos de deseo.
Muchas marcas, incluidas las de Fast Fashion, hicieron camisetas con emblemas feministas, pero no debemos quedarnos con el objeto, sino comprobar si esas marcas y empresas lo son realmente, o simplemente ejercen el muy peligroso "violet washing".
USO MIS PRENDAS, USO MI CUERPO
Desde la revolución francesa (1792) y uno de sus símbolos, La Marianne, inmortalizada por Delacroix, con los pechos al descubierto, se ha usado la idea del cuerpo como reivindicación de libertad, ya que la moral de la época exigía cubrirlo, y vestir con modestia, por lo que exhibirlo, e incluso reivindicarlo ha estado presente en todos los ámbitos, incluida la moda.
Destacar el movimiento hippie, en los años 60, que creó una moda donde el cuerpo se muestra, se disfruta y se erige en empoderamiento femenino, como expresa la pieza hecha en ganchillo de la diseñadora Birgitta Bjerke: Bikini Ojos y Labios (Exposición Contracultura, 2015, Bellevue Arts Museum).
En 2008 se crea el movimiento FEMEN en Ucrania. Sus miembros, ahora ya globales, mostrarán sus senos descubiertos y sus consignas pintadas a modo de body painting, a fin de reivindicar la igualdad y la no mercantilización del cuerpo las mujeres.
Esta idea de mostrar el cuerpo como símbolo de libertad unido a la tendencia Y2K (recuperación de la moda de los 2000), y la influencia de la cultura urbana más provocativa puesto de moda por cantantes e influencers como BADGYAL, y el éxito de marcas como MUGLER (rescatada del olvido por el director creativo Casey Cadwalller), han hecho que la generación Z, haya vuelto a desear mostrar su cuerpo como si no hubiera un mañana.
EL FEMINISMO Y LA MODA AMABLE
En contraposición a todo este ruido y exhibición de lo sexy, para un grueso del movimiento feminista, la moda debe facilitar que la mujer se equipare al hombre en su vestuario, y así, nos podremos igualar también en derechos y libertades, y dejar de estar cosificadas y sexualizadas.
Pioneras como la escritora y periodista George Sand, quien a mediados del S.XIX se vestía de hombre (cosa totalmente prohibida), o por supuesto Cocó Chanel, autora del vestuario contemporáneo femenino (desprovisto ya de corsé, miriñaques y otras jaulas femeninas, donde curiosamente no incluyó los pantalones que ella si llevaba en su vida privada), nos guiarán hacia un camino de moda amable con las mujeres.
Así mismo, no podemos olvidar a la considerada la “diseñadora de las mujeres”: PHOEBE PHILO, diseñadora de culto de la marca CÉLINE desde 2007 hasta 2017, y creadora del estilo normcore sofisticado, donde la ropa no oprimía ni sexualizaba y estaba por fin dedicada a todo tipo de mujeres, de hecho, fue de las primeras en incluir mujeres maduras en sus campañas. Philo ha vuelto con fuerza en 2023, agotando en horas sus colecciones cápsula.
También hay que destacar a CATHERINE HOLWSTEIN, directora creativa de la marca KHAITE, quien, con sus prendas minimalistas y sus cinturones simbólicos, como estas manos que te abrazan y te cuidan, se ha consolidado como una de las máximas representante del conocido como lujo silencioso.
LA SORODIDAD TAMBIÉN ES SOSTENIBLE
Feminismo en moda va más allá del estilo, es respetar a las mujeres también como integrantes de la cadena de valor, desde las productoras, hasta las modelos y por supuesto a las consumidoras. La moda tiene que servir para crear un sistema positivo y sano donde todas las mujeres independientemente de su peso, su raza o su orientación sexual se sientas incluidas.
Las pioneras en activismo y feminismo como ANGELA DAVIS nos demostraron que no puede haber feminismo sin incluir todas las luchas de las mujeres.
En el sector moda vemos proyectos como ELLAS LO BORDAN donde mujeres en riesgo de exclusión cosen y bordan para marcas sostenibles y corporaciones españolas.
En Latinoamérica numerosas marcas como CASILDA MUT, o CARLA FERNÁNDEZ, trabajan con comunidades artesanas, con certificados de trazabilidad, sueldos justos e impacto positivo con beneficios para la salud y la educación. Esto mantiene también la tradición y la herencia textil, que se estaba perdiendo en pro de la globalización salvaje y la apropiación cultural.
Otras marcas como la mejicana ELLAZ proponen un producto incluyente con una imagen de sororidad y comunidad, esto es también sostenibilidad, más allá del claramente necesario respeto al medio ambiente.