Futuros en plural

Futuros en plural

Siguiendo con la serie de artículos sobre el diseño de futuros, abordamos la teoría de futuros múltiples que ha supuesto un cambio de paradigma en muchos campos prospectivos y también en el del diseño, poniendo el punto de mira en el uso de la IA.

Autor: Oscar Guayabero - Docente en el Máster en Diseño Gráfico Digital y en el Máster en Diseño de Producto y Modelado Digital.
Diseño
19 de Agosto de 2024

La concepción no lineal o múltiple del futuro es fruto de la postmodernidad, y conceptos como la física cuántica, el principio de incertidumbre, la simultaneidad, etcétera, están presentes en esa idea; pero tiene algo muy interesante, ya que, de alguna forma, nos deja margen para pensar que tenemos capacidad para operar sobre el futuro, que no todo está decidido por una mano todopoderosa, ya sea Dios o el Capital. Una de las teorías de ese futuro plural es el llamado “cono de plausibilidad”. En 1990 el filósofo estadounidense Charles Taylor desarrolló esta estructura, luego ampliada por Trevor Hancock y Clement Bezold, en su libro Possible futures, preferable futures  de 1994, en el que se dibuja la posibilidad de futuros múltiples. 

Futuros en plural

Futuros diversos

Vayamos por partes. Analicemos cada una de las categorías el cono de plausibilidad en términos de diseño y su relación con los programas llamados de Inteligencia Artificial (aunque no me parece un término adecuado ya que no se trata de criaturas con agencia propia sino tan solo gestores de enormes bases de datos). Hay un futuro que sería lo que antes se llamaría ‘el futuro’. Es el futuro probable, es decir, que engloba aquello que probablemente sucederá (si nada cambia) y se basa en la observación y evaluación de la situación del presente. Por ejemplo: Es probable que la IA se utilice tanto para generar diseño a bajo coste, sin criterio en términos de comunicación y composición. 

También es probable que la proliferación de la IA suponga un gasto energético que va contra todos los objetivos de reducción del CO2. Se habla poco de este tema en términos de huella de carbono pero es probable que tengamos ahí uno de los mayores problemas con las IA. Por ejemplo, en sólo un año de los programas generativos de imágenes se han acumulado más “fotografías” que en los 150 años, desde que apareció la primera cámara fotográfica.  Todas esas imágenes están guardadas en data centers que consumen una cantidad de energía enorme. Un estudio de OpenAI de 2018 dice que en esos momentos la cantidad de potencia informática necesaria para ejecutar grandes modelos de IA se duplica cada tres meses y medio.

Futuros en plural

Pero resulta que hay más posibilidades. La IA puede ser un aliado de los diseñadores para adaptar sus propuestas a un público diverso y como esto en muchos otros ámbitos del diseño como se analizó en estas jornadas de Diseño Regenerativo en Esdeisgn . Esto sería un segundo grupo de futuros, los futuros plausibles que engloban aquello que podría llegar a suceder, pero limitado por aquello que tiene sentido en el presente actual. Es el resultado de combinar el análisis de alternativas sociales, económicas y políticas, con un conjunto de tendencias colectivas o escenarios de prospección.Futuros en plural

Hay un tercer grupo, los llamados futuros posibles, que agrupan aquello que puede llegar a suceder, sin importar lo improbable que pueda llegar a ser. Un futuro que puede desencadenarse gracias a eventos inesperados, con baja probabilidad de ocurrir, pero que, cuando llegan a suceder, producen un alto impacto en el futuro a largo plazo. Para ser realizables necesitarían un cambio muy drástico o la obtención de conocimiento nuevo para desarrollarlos. Es decir, casi todo lo que uno pueda llegar a imaginar e incluso lo que parece inimaginable.  ¿Podríamos imaginar que una marca se comunique de forma distinta con cada uno de sus clientes? De entrada parece imposible pero las redes sociales, los smartphones y la IA podría hacerlo posible. 

Visualizar el futuro

Además hay una categoría de futuros improbables, diríamos que ‘imposibles’ (aunque eso nunca es definitivo). Se trata de aquellos que, dados nuestros conocimientos e imaginarios, nos son imposibles de visualizar e imaginar. Pueden ser materia, por ejemplo, de creación fantástica, de la ciencia ficción, del diseño especulativo y crítico. Dedicar esfuerzo a imaginar algún futuro de este tipo puede parecer absurdo, pero no es así. No hay futuro existente que no haya sido imaginado anteriormente. Aunque en el momento en el que se conciba sea absolutamente imposible que suceda, el solo hecho de imaginarlo hace que ese futuro se haga factible, quizás no ahora ni aquí pero sí en algún momento. Uno de los estudios que más han trabajado en este campo son los ingleses SuperFlux. Fundada por Anab Jain y Jon Ardern en 2009, Superflux es una empresa de diseño y futuros experienciales. Desde el cambio climático hasta la autonomía algorítmica, desde el futuro del trabajo hasta la política más que humana, su trabajo tiene como objetivo confrontar a diversas audiencias con la naturaleza compleja y profundamente interconectada de los desafíos que enfrentamos hoy.

Futuros en plural

En este sentido el diseño especulativo puede hacer uso de la IA de diversas formas. Quizás una de las más potentes es la visualización de escenarios de futuro. Visualizar es importante porque es la forma de que nuestro escenario se haga “tangible” para los demás y por tanto obtener una reacción, poder discutir sus aspectos positivos y negativos y en realidad funcionar de la forma en que realmente funciona el diseño crítico o especulativo.  

Y tú, ¿qué futuro prefieres?

Llegamos al último de los futuros a analizar, se trata de los futuros preferibles. Entre todos los futuros probables, posibles e incluso improbables, hay una pequeña porción de espacio para futuros deseables. Claro que en este momento entramos en la subjetividad, lo que para unos es deseable o preferible puede resultar aborrecible para otros. En otras palabras, la utopía no es universal, hay quien incluso puede percibirla como una distopía. Ante la dificultad de encontrar un punto de encuentro solo se me ocurre un término: el bien común. Es decir aquello que puede aportar una mejora en la vida de la inmensa mayoría de los habitantes del planeta. Por supuesto, habrá quien no comparta esa mejora y esas disidencias hay que tratarlas con respeto, pero solo el bien común puedeFuturos en plural postularse como un mínimo común múltiple.

Por poner un ejemplo fácil, aunque con inevitables grietas, supongamos que a través de estudios de impacto ambiental llegamos a la conclusión de que un futuro preferible es aquel libre de combustibles fósiles. Obviamente eso no será compartido por la industria del petróleo o el gas, incluso puede resultar molesto para muchos usuarios que deberán cambiar su forma de movilidad, es más, probablemente su forma de vivir. Pero eso no quita que el resultado de conseguir esa no dependencia de los combustibles fósiles sea positiva para el conjunto de la humanidad. La dificultad reside entonces en cómo llegar a ese punto con el menor daño posible tanto para el planeta como para nosotros.

Bien, situémonos en ese escenario e imaginemos que se crea una IA pública, financiada por estados, que tiene una trazabilidad en sus algoritmos para evitar derivas de género, etnia, etc y que desde el inicio utiliza energía renovable para alimentar sus data centers. Imaginemos también que una equipo internacional de científicos de diferentes disciplinas trabajan juntos para que esa IA nos ayude, como humanidad a encontrar fórmulas para un mundo que haga la transición hacía otros combustibles más sostenibles, teniendo en cuenta el necesario decrecimiento de las economías occidentales y ayudando a las economías precaria a mejorar la calidad de vida de sus habitantes. 

La IA, al analizar datos meteorológicos, patrones de demanda y eficiencia de los sistemas, no solo podría predecir la producción de energía de fuentes como la solar y la eólica, sino que también ajustar dinámicamente la generación para maximizar la eficiencia y minimizar el desperdicio aplicando en cada pasa protocolos de justicia social.

Las previsibles reticencias de cada uno de nosotros por creer en ese escenario no son interesantes aquí porque la idea es darlo por hecho y ver como, desde nuestra profesión, podríamos colaborar en él. Recuerdo aquí la segunda ley de Dator para diseñar futuros que dice: “Cualquier idea útil sobre los futuros debe parecer ser ridícula” o como decían los estudiantes del Mayo del 68 en París: “Seamos realistas, pidamos lo imposible”. 

Comparte con tus amigos