Waterfall vs Agile: ¿Qué metodología necesita mi proyecto?
Tanto una como otra están a la orden del día. Pero ¿por qué son importantes ambas metodologías de proyecto? ¿Cuál te conviene más? Te lo aclaramos.
Antes de entrar en la discusión Waterfall vs Agile, nos gustaría dedicar unas líneas a hablar un poco acerca de las metodologías de proyecto, de porqué son importantes.
Una metodología de gestión de proyectos es un conjunto de procesos, procedimientos y prácticas seleccionados por el equipo del proyecto para lograr los objetivos del proyecto dentro del presupuesto, a tiempo y con un nivel de riesgo aceptable. Utilizarla cualquiera de las que existen significa organizar las fases por las que pasará.
¿Qué es la metodología Waterfall?
También llamada "en cascada", la metodología Waterfall es muy popular para el desarrollo de proyectos con bastante éxito. Básicamente, en la discusión Waterfall vs Agile, debemos señalar que esta es muy útil porque permite conseguir tareas más pequeñas que se pueden hacer secuencialmente.
Podemos señalar como "fases" de este proyecto las siguientes:
- Fase inicial: en esta etapa, la primera, lo que se hace es definir adecuadamente el proyecto y aprobarlo.
- Etapa de planificación: todo lo relacionado con la planificación del proyecto se lleva a cabo en esta fase
- Ejecución: es cuando se empieza a llevar a cabo todo lo que se ha planteado anteriormente
- Fase de monitorización y de control: en esta etapa es en la que se realiza la evaluación de lo que se ha hecho hasta el momento y se compara con lo que había planificado. Para subsanar errores, pueden aplicarse medidas determinadas
- Finalización o cierre: los supuestos en los que se consigue cerrar un proyecto o una etapa del mismo son tres:
- En el caso de no poder realizar todas o algunas de las tareas
- Si el proyecto deja de tener viabilidad
- Cuando se ha entregado en su totalidad
Una de las ventajas que ofrece este método Waterfall vs Agile es que gracias a él se puede controlar cada una de las fases del proyecto. Sin embargo, como contrapartida, hay que indicar que esta metodología no deja demasiada libertad en el caso de que aparezcan contratiempos.
¿Qué es la metodología Agile?
La metodología Agile de proyectos es un tipo de gestión de proyectos en la que el resultado del proyecto se supervisa continuamente. La gestión ágil de proyectos se puede implementar en cualquier empresa que requiera de creatividad, y es muy común en el desarrollo de software, donde el resultado no siempre está determinado.
Divide el proyecto en fases o sprints breves. Estas se pueden utilizar como una forma de crear un producto que tiene una serie de funcionalidades que se pueden usar de inmediato, en lugar de esperar a que se complete todo el producto y luego probarlo.
Al hablar de Waterfall vs Agile, una de las cosas que hay que saber es que la gestión ágil solo tiene 3 fases, la de inicio, el desarrollo y la finalización de los proyectos.
El uso de sprints en metodología ágil existe desde hace años. Son simplemente iteraciones de duración determinada, en las que el equipo se compromete a realizar un conjunto definido de trabajo dentro de ese plazo. Estos sprints se pueden utilizar para demostrar el progreso en cada intervalo y también permiten que el equipo adapte los objetivos de su proyecto a medida que aprenden más sobre las necesidades del cliente.
Kanban y Scrum, metodologías que se engloban en la Agile
Si conoces las metodologías Kanban y Scrum debes saber que son ágiles. Ambas tratan de hacer que el desarrollo de proyectos sea muchísimo más efectivas, y, a pesar de que el objetivo es el mismo, como puedes imaginar, plantean sus propias diferencias.
Waterfall vs Agile, ¿en qué se diferencian?
En el debate Waterfall vs Agile, es necesario pensar que son dos metodologías con enfoques diferentes a la hora de desarrollar proyectos. Por su parte, la metodología Agile sirve para trabajar de forma más colaborativa y permitir más cambios, mientras que con Waterfall todo es mucho más cerrado y controlado. Aquí las fases más importantes son el inicio y la planificación.
Ambas metodologías se pueden usar en muchos proyectos, aunque Agile es mucho más flexible y permite que las empresas se adapten bien a entornos cambiantes. Esto supone una ventaja más que interesante frente a la metodología Waterfall.
Adaptación a distintos escenarios: Waterfall vs Agile
En las metodologías Waterfall las fases se diferencian perfectamente, están claramente delimitadas. Esto hace que no se pueda comenzar una fase sin que la otra se finalice. Esto, como puedes imaginar, implica que puede pasar mucho tiempo hasta que el proyecto se termine, sin contar con que hay poca libertad a la hora de corregir errores. La mayoría de las ocasiones, los proyectos realizados con metodología Waterfall son productos que no son lo que el cliente necesita.
Por otro lado, cuando se cuentan con metodologías Agile todo el proyecto va más fluido, podemos decir que es más "ágil", valga la redundancia. Supone poder tener una serie de entregables más pequeños, sin tener que esperar a finalizar todas y cada una de las fases del proyecto. Es más, esta metodología, al contrario que la Waterfall, permite conocer la opinión del cliente de cada uno de esos entregables. Así es mucho más fácil hacer que el proyecto sea exactamente lo que quiere el cliente.
¿Qué metodología es mejor para mi proyecto?
Pues en lo que se refiere a Waterfall vs Agile dependerá mucho de cómo sea tu proyecto. Por supuesto, puede que el híbrido entre los dos tenga más sentido para tu proyecto, pero hay algunas reglas generales.
Si tu proyecto tiene un progreso incremental, entregas complejas o múltiples plazos o requieren equipos cohesionados y colaborativos, pero interfuncionales, la metodología ágil es para ti.
Si los procesos o las funciones no están claros, permite resolverlos a medida que avanza el proyecto. También permite involucrar al cliente del proyecto en cualquier etapa del camino.
Waterfall funciona mejor en proyectos menos complejos o con requisitos, procesos y funciones bien definidos para los miembros del equipo.
También funciona bien cuando el cliente no necesita implicarse mucho más allá del informe inicial y la entrega final. Desde el punto de vista de la gestión, la cascada puede tener sentido en proyectos de precio fijo o que dependen de un contrato para reducir el riesgo de que se sobrepase el presupuesto o la entrega.