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La animación como herramienta social

"Utilizar el dibujo para ayudar a colectivos de niños y adolescentes a enfrentarse a sus fantasmas, reales y ficticios".

Autor: Óscar Guayabero
Diseño gráfico
23 de Julio de 2020

Mario Torrecillas es el alma mater de un proyecto muy especial, Pequeños Dibujos Animados (PDA). Con él ha viajado a lugares muy complejos, tanto lejos de casa como a la vuelta de la esquina, intentando utilizar el dibujo para ayudar a colectivos de niños y adolescentes a enfrentarse a sus fantasmas, reales y ficticios. La idea de usar el dibujo como una herramienta siempre me ha parecido muy interesante, porque aleja al dibujo de la disciplina artística y lo convierte en un canal de expresión y comunicación. De todo ello, aunque sea brevemente, hablamos con Mario en esta mini entrevista.

 

Concebiste ya hace unos años una herramienta a partir del dibujo y de la animación, Pequeños Dibujos Animados. ¿Cuál era el objetivo cuando surgió el proyecto y cómo ha evolucionado?

PDA nació como una idea muy loca. Al morir mi madre, cuando era pequeño, me sacaron del colegio por razones un poco complejas de explicar. Con los años, pensé que estaría bien volver a un colegio porque no hice todo el ciclo completo de la EGB. Entonces se me ocurrió este proyecto como una forma de volver a un colegio. Al principio era algo que solo tenía que ver con la narrativa. El dibujo era más anecdótico. Luego cambió y bibliotecas de Barcelona nos brindaron la posibilidad de hacerlo con ellos y decidí que había que trabajar algo más en la animación y fue cuando entró un animador muy bueno que se llama David Borrull. Entonces, nos enseñó la posibilidad de aplicar el dibujo de los chicos a la animación tradicional. Hicimos un camino inverso: al principio los niños no animaban, solo dibujaban y hacían la historia. Animábamos nosotros en flash. Luego ya introdujimos la animación con ellos y ya manejan la App de stop motion ellos también y el proyecto se enriqueció. Recuerdo la primera vez que animamos con los chicos, era una palmera que se movía mediante el borrado del carboncillo, fue mágico.

 

Trabajáis sobre todo con niños y adolescentes en situaciones complejas, ya sea por la situación de su entorno como por cuestiones socio-económicas y culturales. ¿Qué os ofrece PDA en ese contexto?

PDA es un proyecto que nació hace 15 años. Aunque hemos ido a medio mundo no siempre hemos estado en países y entornos tan desfavorables como en los colegios de Haití o de Guatemala o Honduras que estaban en una situación límite. También hemos estado en Roma, Toulouse, Barcelona...con esto trato de decir que la metodología de trabajo con los chicos es universal. No es exclusivo para unos chicos u otros. Hay una técnica que usamos mucho que es la animación de pizarra, mediante tiza y disparo frame to frame. La hacemos mucho, precisamente, porque en todos los colegios siempre hay una pizarra. De hecho en Haití sólo tenían una pizarra y eso nos sirvió para hacer una película enteramente con esta técnica porque no tenían otra cosa, pero luego fuimos a Toulouse y también trabajamos de la misma forma y el resultado solo cambia en el contenido. Lo que te da poder ir a países donde hay tanta miseria es que te das cuenta que aquí nos quejamos de vicio por tonterías y que los niños están demasiado sobreprotegidos. Pero supongo que en cierta manera eso es inevitable.

 

¿Cómo entienden los niños  el dibujo? ¿Y la animación?

Los niños son potencialmente dibujantes sin prejuicios. La animación es una cosa que con el tiempo me sorprende cada día más, porque tienen un manejo de la tecnología que incluso saben más que tú, te asesoran. A mí me gusta mucho animar con ellos porque es cuando ven el proyecto completo: a veces no usamos luz artificial y es increíble como la luz va transformando el dibujo, es muy mágico. Pero no todo es la técnica: en Perú, por ejemplo, había un niño que vendía agua en el cementerio. Pues bien, hicimos un mural en el que el niño parecía que llevaba agua con un palo y el cubo en cada extremo. Entonces el niño le decía a los otros compañeros como era el cementerio y como había que llevar el agua, y los otros compañeros trataban de dibujar el camino que llevaba al cementerio del pueblo. Son cosas que impresionan, no solo por el contenido sino por la forma.

 

Podría parecer que lo importante es el proceso, y seguro que lo es, pero también se ve un cuidado en la manufactura del resultado. ¿Cómo os planteáis las películas, sólo como herramienta/terapia o también como un laboratorio de animación?

Para nosotros es muy importante el resultado, por la sencilla razón de que el mensaje llega mejor si está bien hecho. Si no importara el contenido no importaría el resultado. Esa es la diferencia entre un taller para pasar el rato y un taller para hacer una película con cara y ojos. La penúltima película que hicimos fue a Hiroshima que es uno de los tres festivales del mundo más importantes del mundo y de repente estabas con lo más top de la animación y tú ahí con tu película hecha con tus niños y eso te enorgullece mucho.

 

¿En que proyectos estáis ahora y como os ha afectado el COVID en vuestro trabajo?

Estamos en un proyecto de información sexual donde hacemos animaciones cortas con adolescentes, pequeñas piezas para móviles, pensadas para que ellos las lleven en sus dispositivos y a la vez sean transmisores del mensaje. Ahora está parado pero haremos en Albacete porque allí el índice de embarazo adolescente es muy alto, el segundo de España. El Ayuntamiento financió una campaña al ver que en muchos institutos había un índice muy alto de embarazos entre su alumnado. Luego, la idea es ir a Medellín, Colombia. La Universidad Pascual Bravo nos ofreció hacer un proyecto allá con niños desplazados que vivían en el campo con la guerrilla y que ahora malviven en las grandes ciudades. El proyecto está aprobado pero ahora no podemos viajar allá.

 

¿Qué crees que tiene la animación aún para ofrecerte?

Bueno, ahora he escrito el guion de una película para Agustín Villaronga, que se rodara este año en el extrarradio de Barcelona y me gustaría poder hacer los títulos de crédito en animación. Es algo que me seduce mucho porque la historia del cine tiene un ribete bordado en oro, que son los títulos de crédito y me gustaría plantearlo como un reto, hacer algo que sea chulo. También me gustaría poder hacer un largo en animación pero eso es muy difícil porque tiene muy difícil financiación y son 4 años de trabajo.

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