El buen diseño es honesto
No hace que un producto sea más innovador, poderoso o valioso de lo que realmente es. No intenta manipular al consumidor con promesas que no puede mantener.
Sería más o menos hacia el año 2004 cuando un equipo de investigación del MIT, liderado por Nicholas Negroponte, decidió asociarse con Yves Béhar para que diseñara el OLPC XO: Un ordenador portátil que por menos de 100$ de PVP pretendía llegar a los niños sin recursos del planeta. La iniciativa One Laptop per Child pretendía canalizar, a través del objeto, un ambicioso software educativo que abriera las puertas del conocimiento a los más desfavorecidos.
Diseñar un proyecto de esta envergadura proyectó enormemente a Yves Béhar y a su equipo de diseño, encargados de dar forma al ordenador. En algunos foros, incluso se presentaba a Béhar como el propio ideólogo del proyecto ideado por el MIT. Y aunque el trabajo en su diseño fue muy notable, cabe recordar que el alma del proyecto no residía tanto en el objeto, sino en el novedoso método de aprendizaje que albergaba.
En 2017, Yves Béhar volvía a ser noticia, en este caso por ser el encargado del diseño del Juicero: Un exprimidor de bolsas de jugo concentrado que salió a la venta por unos 400$. El éxito mediático inicial del proyecto se truncó rápidamente cuando algunos medios destaparon que, en realidad, lo que hacía la máquina se lograba, con menos tiempo y sin ningún esfuerzo, usando las propias manos.
No sé si el Juicero es en realidad una tapadera ideada por el mismo Béhar para conseguir más recursos para el OLPC XO y si realmente tiene alguna responsabilidad sólo por el hecho de ser su diseñador. En su portfolio, Béhar cuenta con numerosos proyectos solidarios con las personas y con su entorno, pero siempre viene acaso recordar uno de los puntos del buen diseño según Dieter Rams: El buen diseño es honesto. No hace que un producto sea más innovador, poderoso o valioso de lo que realmente es. No intenta manipular al consumidor con promesas que no puede mantener.